Las tres gracias. Obra de Sergio Trujillo Magnenat, director e ilustrador del primer número de la Revista Rin Rin, de la cual se editaban 35.000 ejemplares que se vendían en las direcciones departamentales de educación.
Publicado por:MANRIQUE FLÓREZ MIGUEL ÁNGEL
PRADA RAMÍREZ ELVIA MARÍA
QUIROGA MATEUS EDISON
Durante el gobierno de López Pumarejo (1934-1938) se llevaron a cabo cambios en la educación que fueron de gran importancia. Se podría decir que fue un proceso el cual se buscaba complementar con nuevas ideas la educación y llevarla a lo largo de todo el territorio nacional, reduciendo así la tasa de analfabetismo.
Durante este periodo el “nacionalismo o patriotismo” estuvo bastante marcado en el ministerio de educación, el cual criticaba los métodos extranjeros de enseñanza y promovía por medio de revistas como “Rin-Rin” propaganda política disfrazada de contenido didáctico para niños. En 1935 el ministerio trató de imponer un nuevo plan de estudios, atacando así la libertad de enseñanza como derecho constitucional. Este plan de estudios fue de gran polémica principalmente entre las confesiones ya que reducía la religión a una ideología que sólo se dictaba durante los primeros 3 años de enseñanza. Debido a ésta y otras protestas contra la reforma educativa, en 1936 entró en vigor un nuevo programa de estudios más flexible donde los colegios podían organizar la mayor parte de materias a su gusto. En 1937 surgió una nueva polémica, pero esta fue por un examen de admisión a la universidad y un año preuniversitario que pretendía imponer el Ministerio de Educación. Durante ese mismo año se llevó a cabo un censo donde se mostró que el número de bachilleres era muy reducido.
La tercera medida tomada dentro de la enseñanza secundaria fue la fundación de colegios nacionales en 1936. A comienzos de 1938 se prefirió nacionalizar establecimientos ya existentes que la creación de otros, reduciendo, de esta forma, costos y aprovechando la reputación ya ganada con los colegios. La enseñanza secundaria seguía siendo financiada por el gobierno y los departamentos y municipios se encargaban de dar becas en las instituciones privadas que en su mayoría se hallaban reservadas a las élites.
En esta época las Escuelas Normales seguían siendo un canal de movilidad social de las clases medias y las élites locales. Desde 1927 éstas habían cambiado profundamente su orientación y la Iglesia había perdido todo poder sobre ellas. Estas escuelas fueron confiadas a los primeros diplomados de la facultad de educación como lo eran Miguel Roberto Téllez, Esther Aranda y Germán peña Martínez. Es importante señalar que la escuela normal superior se constituyó en el centro de difusión nacional de la reforma educativa, dónde su orientación pedagógica se hallaba marcada por el método “learning by doing” impartido en ese entonces por John Dewey.
Otro aspecto que caracterizó el gobierno de López Pumarejo fue su estímulo a la integración de la mujer a la comunidad nacional. Esto se puede ver en la reforma constitucional de 1936, donde se incorporaba a la mujer a la economía del país. Aunque aún no les concedía el derecho a votar, sí les permitía ejercer todas las profesiones en las mismas condiciones que la ley exige a los ciudadanos varones. En las escuelas primarias había casi igual número de niños y niñas, pero en los colegios secundarios los varones eran mayoría y la universidad les estaba exclusivamente reservada. La ley 32 de 1936 prohibió la discriminación de sexos y el bachillerato orientó algunas mujeres hacia carreras distintas a la enseñanza, como Derecho o Biología, pero estos eran casos muy raros. A pesar de todos estos impulsos a la integración de la mujer, la prioridad de modernización económica que López se había fijado, los opacó, ya que no se intentó abrir nuevas profesiones para las mujeres ni se suscitaron debates sobre la situación femenina en el país.
En cuanto al crecimiento económico surgido después de la crisis de 1929, debido al proteccionismo hubo apertura en el sector industrial y comercial, motivando al ministro de educación Darío Echandía a la apertura de escuelas industriales en cada capital de departamento, pero no pasó de motivaciones, ya que la falta de recursos y personal calificado para la enseñanza impidió que surgiera como lo tenía pensado el ministro de educación. Para ese entonces sólo se contaba con la Escuela de Minas de Medellín, la facultad de matemáticas y de ingeniería de la Universidad Nacional como agentes capacitadores de ingenieros y jóvenes al servicio de la industria.
Una de las mayores dificultades para el Ministerio de Educación fue la cuestión agraria y la formación agrícola, por la problemática de la propiedad de tierras; es así como en 1936 se lleva a cabo la reforma agraria nacional en cuanto la disminución de la aparcería y el impulso a tierras no explotadas que buscaba la contribución y la extensión agrícola, sin embargo la ASPAEN (Asociación para la Enseñanza, del Opus Dei) se interpuso con gran fuerza. La formación fue una cuestión difícil, puesto que una vez más la carencia de recursos y de personal capacitado no permitió fortalecer la enseñanza en el campo agrícola.
Finalmente, es importante señalar los territorios nacionales abandonados de la reforma educativa. Estos territorios solo despertaron interés, surgida la guerra entre Colombia y Perú en 1932-1933. Estas regiones constituían el 72% del territorio nacional y carecían de maestros que alfabetizaran a los indígenas que residieran allí. Por tal razón, se designaron congregaciones religiosas que se encargaran de cubrir todo este territorio y educaran a las personas que vivieran en él. Entre las congregaciones misioneras encargadas, se encontraban: los agustinos recoletos, los hermanos menores capuchinos, claretianos, padres montfortianos, padres misioneros de Mil Hill, lazaristas, carmelitas descalzas, misioneros de Burgos y Jesuitas. De este modo, entre 1918-1932, lograron un progreso en las escuelas primarias de todas las circunscripciones apostólicas ya constituidas en 1918. En las aldeas ya constituidas, en donde las misiones estaban presentes, había escuelas para blancos y mestizos y escuelas para indios, casi todas bajo el control de las congregaciones. El método de enseñanza era la memorización y todo tipo de impresos disponibles para hacer ejercicios de lectura.
En 1935, el objetivo del ministerio de educación, en ese entonces a cargo de Luis López de Mesa, era que las congregaciones se ocuparan sólo de las almas de los habitantes de los territorios nacionales y de la propagación de la fe entre los aborígenes y dejaran al Estado la educación cívica social. A pesar del conflicto entre el Estado y la iglesia, el control de los territorios nacionales continuó bajo el control de las congregaciones, siendo la obra de éstas financiadas por el gobierno.